martes, 21 de diciembre de 2010

Septiembre y Octubre


Libro recomendado para Septiembre.-


 
La frase del mes: Aunque seas egoísta, no niegues la ayuda quienes te la pidan. Pues puede que algún día seas tú quien la necesites.


Veamos un trozo de lo escrito en el libro:

El calcetín


¡Qué vergüenza!, ¿cómo es posible ser de tan mala calidad?

Desde hace unos años, ya no somos los que éramos. Antaño cubríamos los pies durante meses y meses; sin embargo, ahora nos estrena y a la nada, ¡josú!, el agujero.

He oído decir que la causa es la calidad de la mezcla entre la fibra y el algodón. Otros dicen que es porque nos hacen en la China, y ya se sabe, lo barato no puede ser bueno.


Claro que siempre hay quienes dicen que la culpa son es nuestra, sino del que nos pone, que no se corta las uñas de los pies. Pero no. La verdad es que nos rompemos antes porque los tejidos con que nos hacen son muy malos y porque quienes nos confeccionan tienen que ir deprisa, muy deprisa. Parece ser que como no hagan más de X pares por hora, van a la calle. Y ves tú, a la calle que no pisan en meses, pues tengo entendido que hay quienes les prohíben salir de las naves donde trabajan más de dieciséis horas al día. He oído decir que trabajan como esclavos.

Ellos no se mueven y sin embargo nosotros nos pegamos nada más nacer un viaje bien largo. Me dijeron que mis abuelos nacían en Tarrasa, y a lo más lejos que iban era a Cádiz,claro salvo excepciones para aquellos que decían que los exportaban. Pero lo de ahora, tela, nacen en China, los meten en unos cajones enormes y cuando  ven la luz ya están en la otra parte del mundo.

Y digo yo, ¿de qué viven aquellos que hacían calcetines en Tarrasa?

Bueno, voy a dejarme de contar lo que pasa donde me hacen, pues me pongo de muy mal humor, y contaré lo que me sucedió la última vez que me agujereé.

Me compró Trini, la mujer de Damián, una tarde antes de que su marido saliera de viaje hacia Japón. Se ve que allí tenía no se qué negocio de papel fotográfico. Compraba el papel allí en láminas grandes y se lo mandaban por barco en un contenedor. En su pequeña fábrica del polígono, lo cortaban a tamaño DIN A-4, lo metían en paquetes de cien unidades y hala, a los distribuidores.

No les iba mal el asunto, yo diría que muy bien, tanto que decidió ampliar la actividad a otros productos y de aquí el motivo del viaje.

Así que Trini, sabiendo las costumbres del Japón, se apresuró a comprar varios pares de calcetines para que su marido no tuviera necesidad en aquella tierra, y pudiera cambiarse cada día.

Así que de vuelta a Asia, me meten en una maleta junto con varios de mis compañeros y a volar.

Yo la verdad que no me enteré del viaje, metieron la maleta en la bodega del avión, me eché un sueñecito y al cabo de un montón de horas me despierto en Narita. El aeropuerto de Tokio, para más señas. Me meten en un taxi y al hotel. Así que disfrutar, lo que es disfrutar del viaje, nada de nada.

Pero no me importaba, lo que yo quería es que me usaran en Tokio y así poder curiosear aquella enorme ciudad, y conocer sus costumbres, porque dicen que a la que menos acuerdas se quitan los zapatos y a presumir de calcetines.

En esos pensamientos estaba, cuando Damián .......


Libro recomendado para Octubre.-





La frase del mes: A veces, nos suceden cosas que son negativas, sin embargo; en ocasiones hemos de alegrarnos porque es mejor que haya sucedido así.



Veamos un episodio del libro:


LOROS.

  • -  ¿Dónde te has metido Lorenz? ¿Ya te has ido otra vez al jardín del vecino?

  • -  Pues sí. Como nosotros no tenemos jardín y el vecino es muy majo, no se molesta.

  • -  Anda vuelve, que me encuentro muy solo, y tengo ganas de hablar un rato contigo.

  • -  Pero de qué vamos a hablar. Si sabes que lo que más me gusta es reproducir lo que tú hablas.

  • -  Pues, por ejemplo, de lo que ves subido en esos cables.

  • -  Ay, que ya se por donde vas. Lo que quieres es que te cuente si cortejo a mi lorita preferida.

  • -  Pues sí. Me interesa saber de tus andanzas cuando sales de casa.

  • -  Te comprendo, igual me pasa a mí cuando sales. Y croquetamente. Perdón, concretamente. ¿En qué estaría yo pensando?

  • -  Pues no lo sé, pues tu solo comes semillas, frutas, lo dulce del néctar y polen de las flores.

  • -  Pues entonces será que tienes las croquetas en el fuego y se te van a quemar.

  • -  Ay, ay. Es verdad. Perdona ahora seguimos hablando.

  • -  Bueno, ha habido suerte y no se han quemado gracias a ti.

  • -  Ves cómo te ayudo, no solo dándote conversación para que no estes solo.

  • -  Bueno, Lorenz, presumido. A los dos nos gusta saber las relaciones sociales del otro.

  • -  Es verdad, pero como tú eres tan tímido, pocas relaciones tienes. Así, que has de proponerte de una vez por todas, echar fuera tu timidez, y decirle algo a esa mujer rubia del edificio de enfrente.

  • -  Tienes razón. ¿Y qué hago para no ponerme colorado y que se me trabe la lengua cuando la vea?

  • -  Pues haz lo que yo. Apréndete una frase de memoria, y tan pronto la veas, te acercas a ella, y se la sueltas.

  • -  Lo intentaré esta noche al salir a tirar la basura.

  • -  ¡Anda!, pues sí que eres romántico. ¡No, hombre no! Hazlo cuando salga a dar un paseo.

  • -  Tienes razón. Estaré al tanto.

  • -  A ver si es verdad. Bueno, ya está bien por ahora, que al medio día hace mucho calor, y ya sabes que son mis horas bajas.

  • -  Vale, vale.